Cuando llegué a mi ciudad hace
nueve años, algo que me impresionó mucho fue la lluvia.
Me parecía que llovía cada tarde mientras estaba
saliendo de mi trabajo. Tenía que correr desde el edificio
hasta el coche, que estaba en un aparcamiento bastante lejos. Me
acuerdo de que fui a un Walmart y compré dos páraguas,
uno para guardar en el coche, el otro para la oficina. Me sirvieron
bien durante unos pocos años, pero más de una vez,
olvidé devolver uno a su propia “casa”, resultando que
solía tener dos páraguas en un lugar, y ninguno donde
lo necesité.
En aquello tiempo también estaba
buscando una casa en el área, y recuerdo recorrer los
vecindarios con un agente inmobiliario, corriendo a toda velocidad en
la lluvia entre el coche y una casa y quitándonos los zapatos
para no dejar lodo en las limpias alfombras.
Lo que me hace estas memorias tan
vívidas ahora es que estamos experimentado el mismo tiempo
otra vez. Casi cada día trae lluvia de algun tipo, y no pocas
tormentas. Por ejemplo, después de varios días de
lluvia, hoy había planeado cortar el césped, pero justo
después de que llegué a casa, oscureció el
cielo, sonó el trueno y descendió la lluvia,
convertiendo mi tarea en el jardín en una oportunidad de
producir este escrito. Hay que aprovechar lo que podamos.
En AQUEL tiempo...; convirtiendo
ReplyDelete¡Perfecto!. Sin comentarios. Me he quedado perplejo.
Muchas gracias, Eduardo. Incluí los dos errores solo para que supieras que no usaba un traductor. ja ja. Como los mosaicos islámicos que siempre incluir un azulejo malo para enfatizar que sólo Dios es perfecto.
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